jueves, 1 de octubre de 2009

FRONTERAS DE MAR Carlos Vaca - Ana Rosa Valdez






Comentarios sobre “FRONTERAS DE MAR”

(Arte Comunitario en la Casa de Observación de Jóvenes Infractores)


Como parte del proyecto “Muros Libres”, llevado a cabo por el Movimiento Cultural “Arte Vital” para la Casa de Observación de Jóvenes Infractores, el artista visual guayaquileño Carlos Vaca presentó su proyecto “Fronteras de Mar”, en un intento por crear diálogos entre las prácticas artísticas y el trabajo comunitario. La obra, de carácter efímero y procesual, estuvo estructurada en dos fases: 1. un taller orientado a expandir los referentes culturales de los jóvenes reclusos (a través de la literatura, música, cine y video), y 2. la presentación pública de la obra en los exteriores de la institución.

La idea fundamental del proyecto consistió en la creación de “documentos del ego”, escritos por los participantes del taller. Posteriormente, estas cartas, relatos, letras de canciones, poemas se convirtieron en una suerte de metáfora del encierro, ya que conformaron barcos de papel que fueron presentados en los exteriores de la institución el día de presentación de la obra al público. El día del evento, coordinado en el horario de visita de los padres de familia, los espectadores pudieron apropiarse de los barquitos. Ciertos familiares pudieron incluso experimentar emociones de alegría, tristeza, ira o nostalgia al encontrarse con relatos íntimos escritos por sus hijos o esposos.

Trascendiendo el mero llamado de atención sobre la exclusión social, y visto desde una perspectiva crítica, el trabajo realizado por Vaca pone en evidencia la creación de un campo relacional donde la figura del artista se ve seriamente comprometida en cuestionamientos éticos sobre el recurso etnográfico, utilizado en un ejercicio del poder. El hecho de que “Fronteras de Mar” haya estado encaminado a crear tropológicamente una figura del recluso, e incluso que dicha figura haya simbolizado también el deseo de ser escuchado y, por qué no, de huida, posiciona al creador como un intermediario entre los jóvenes infractores y la ciudadanía en general, pero también como un posible traficante de relatos íntimos.

La fuerza expresiva de la obra recayó fundamentalmente en la capacidad de generar conciencia sobre la situación social de estos jóvenes. El interés que podía generar socialmente estaba anclado a este efecto de doble impacto: por un lado, sí, la llamada de atención, pero por otro, una tendencia a asumir el papel de vocero de una comunidad cuyos intereses quizás estén abocados hacia otros derroteros.

No obstante, las inquietudes que en el plano de lo estético pueden argumentarse tanto sobre la obra como sobre la postura de su creador, “Fronteras de Mar” y los demás proyectos llevados a cabo dentro de “Muros Libres” nos hablan sobre la persistencia de un trabajo comunitario que atiende, desde el campo del arte y la antropología, la marginación social. En este caso, el abandono que padecen los jóvenes reclusos de La Casa de Observación.


Ana Rosa Valdez

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